Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener. Charles Bukowski

lunes, 10 de septiembre de 2007

Cuando el Humor resuelve

Entre los usos mas comunes del humor, uno de los mas extraordinarios es que nos permite persuadir al otro de algo que, dicho con seriedad, caería en saco roto.
El cartel Por Favor lave su taza. Su mamá no trabaja acá, pegado en una oficina pública, consiguió que la vajilla sucia no se acumulara en la pileta. Claro que para reírnos de lo mismo es necesario compartir un código común, por eso Neil Simon definió al humor como un secreto que se comparte.
Esta pluralidad de códigos y significados hace que el humor sea ambiguo, y que un mismo chiste deleite a unos, aun cuando se trate del envoltorio de una crítica seria de la que son objeto, y ofende a otros, lo que puede llevar al que disparo la broma a dar marcha atrás y a escudarse diciendo Solo bromeaba, no es en serio.
Tener sentido del humor es ser capaz de encontrar lo cómico de la propia tragedia. El humor descomprime situaciones problemáticas, crea vínculos no hostiles y es una buena forma de escapar al sufrimiento. En el Café Filosófico que coordino un hombre contó que, mientras era torturado durante la última dictadura militar, le sacaba la lengua a los torturadores y se reía de ellos debajo de la capucha con que le tapaban la cara. El humor permite así tomar distancia de las situaciones mas terribles, como refleja también el testimonio de un hombre que viajo deportado a Auschwitz, se asomó por la ventana que daba a otro vagón, y cuando un compañero le pregunto que estaba haciendo, respondió:
¨Quiero ver si viene el guardia porque no saqué boleto¨
El humor permite ver lo serio de lo tonto y lo tonto de lo serio. Relativiza los conflictos cotidianos, como cuando Jantipa la mujer de Sócrates, cansada de gruñir porque su marido no le daba bolilla, le tiró una palangana de agua por la cabeza y Sócrates, impertérrito, respondió:¨Ya decía yo que después de tanto tronar acabaría lloviendo¨.
El humor es un antídoto contra el miedo y contra los nervios (como aquel hombre que, perturbado ante el lecho de muerte de un amigo, lo saludó diciéndole:¨Con que agonizando, ¿eh?¨), es una forma de defenderse de las agresiones y las injusticias, un instrumento de seducción, un signo de humildad (cuando es posible cultivar la forma suprema del humor que es la de reírse de uno mismo), y un medio para reevaluar nuestro pasado, disolviendo problemas en lugar de resolverlos. De allí la vieja fórmula que reza tragedia más tiempo=Comedia.
Geno Díaz escribió:¨Cuando uno se cansa de llorar por las cosas, comienza a reírse de ellas¨. No se trata sólo de un juego que distrae en un mundo imperativo de prisas y agobios, sino de una fuerza que, como pocas, tiene el poder de persuadir, aconsejar, desacralizar, aliviar y unir a los seres humanos por el mero placer de estar juntos.
*Roxana Kreimer, licenciada en filosofía y doctora en ciencias sociales. www.filosofiaparalavida.com.ar

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